Ya sabía, antes de abrir el estuche,
si el brillo era puro o era shomería
ojo de joyero, palabra de scruche,
pero de mujeres ni diome sabía
Si pateaba el burro o llegaba el trompa,
un cachiporrazo y dormía en la lona,
cargaba en el grillo trasero del lompa
siempre de culata ¡Isa... La chabona!...
Pero un día se cruzó
una nami en el camino
y ella me cambió el destino
con el hijo que nació.
Del delito me aparté
y aquí comenzó mi vida,
me casé con mi querida
y al pibe lo bauticé.
Son cosas de un metejón
que nunca la ciencia explica,
sólo el amor purifica
el fango del callejón.
Hoy yugo en un corralón
tengo "Cumplido" un plenario,
hasta se limpia el prontuario
cuando talla el corazón.

Composição: Enrique Cadícamo