395px

El Castillo Evitado

Evol

Das Gemiedene Schlob

Das Schlob stand da, in ewiger Stille, eingeh¸llt von grauem Nebel wie von
einem Mantel. Unersch¸tterlich harrte es seit Jahrtausenden,
eingeschlossen in jenes Tal, das sich von den Niederungen des Nebels bis
zum Gebirgsmassiv der Sonne erstreckt. Aber was mochte sich in diesem
dunklen, einsamen Gem"uer verbergen? Jedermann mied es, selbst das
Sonnenlicht schien seine k¸hlen Mauern nur widerwillig zu w"rmen, und
die groþen Zugv-gel setzten ihre Reise tunlichst fort, statt sich auf
seinen schmierigen Zinnen niederzulassen.

Aber ich war kein Zugvogel, und auch nicht das Licht der Sonne, nein, ich
war die Nacht, eingeh¸llt in einen Mantel aus Sternen und Wolken,
Wind und Finsternis, K"lte und Angst. Der Mond war mein Gef"hrte, als ich
die Niederungen des Nebels durchquerte; er war es, der mich hierher
f¸hrte, bis zu dieser einsamen Festung. Aber im Grunde wuþte ich es schon
immer. Ich wuþte es von der Grauen Herrscherin, die in Marillon weilt,
und vom Alten Eisk-nig in seinem Kristallpalast, hoch oben in n-rdlichen
Landen. Selbst mein Br"utigam sagte es mir, in einer l"ngst
verflossenen Epoche.

Dies ist mein Reich, dies ist mein Schicksal. In der Stille des alten
Gem"uers hier vor mir werde ich endlich die mir gestellte Aufgabe erf¸llen
k-nnen. Der quadratische Turm beobachtet mich vom Bollwerk herab wie ein
Wachposten auf dem Festungswall. Hier werde ich nicht auf Abwege
kommen, und mein Geist verliert sich nicht in den Irrg"rten des Fleisches.
Die Berge rings umher werden mich wohl besch¸tzen."Zuhause" - wie
sonderbar dieses Wort aus meinem Munde klingt. Immer unterwegs, nie eine
Rast; genau wie der Wind, der alles ber¸hrt und nichts ergreift. Und
siehe da, ich bin am Ende der Reise. Selbst der Wind kommt hier zur Ruhe,
in den feuchten Abgr¸nden der Erde. Aber ich werde nie ruhen. Denn
jetzt beginnt die wahre Reise, nun f"ngt das eigentliche Abenteuer an, das
mich neue Ziele, neue Horizonte entdecken lassen wird. Schon erblicke
ich sie dort in der Ferne, sie scheinen zu warten, unbeweglich in ihrer
absoluten Transzendenz.

"Die Tore m-gen sich -ffnen! Die Zugbr¸cke werde herabgelassen! Die
Herrscherin ist endlich gekommen". Ja, endlich bin ich zu Hause.

El Castillo Evitado

El castillo estaba allí, en un silencio eterno, envuelto en la niebla gris como
si fuera un manto. Incólume había resistido durante milenios,
encerrado en aquel valle que se extendía desde las tierras bajas de la niebla
hasta la masa montañosa del sol. Pero, ¿qué podría esconderse en esas
oscuras y solitarias paredes? Todos lo evitaban, incluso la
luz del sol parecía calentar sus frías paredes con renuencia, y
las grandes aves migratorias preferían continuar su viaje en lugar de
posarse en sus sucias almenas.

Pero yo no era un ave migratoria, ni tampoco la luz del sol, no, yo
era la noche, envuelta en un manto de estrellas y nubes,
viento y oscuridad, frío y miedo. La luna era mi compañera mientras
atravesaba las tierras bajas de la niebla; ella fue la que me llevó hasta
esta solitaria fortaleza. Pero en el fondo siempre lo supe.
Lo supe por la Reina Gris que reside en Marillon,
y por el Viejo Rey de Hielo en su palacio de cristal, en lo alto de las
tierras del norte. Incluso mi prometido me lo dijo, en una época
ya pasada.

Este es mi reino, este es mi destino. En el silencio de las antiguas
paredes frente a mí, finalmente podré cumplir la tarea que se me ha encomendado.
La torre cuadrada me observa desde el baluarte como un
centinela en la muralla de la fortaleza. Aquí no me desviaré del camino,
y mi mente no se perderá en los laberintos de la carne.
Las montañas que me rodean me protegerán bien. "Hogar" - qué
extraña suena esta palabra en mi boca. Siempre en movimiento, nunca
un descanso; igual que el viento que todo toca y nada atrapa. Y
aquí estoy, al final del viaje. Incluso el viento se aquieta aquí,
en los húmedos abismos de la tierra. Pero yo nunca descansaré.
Porque ahora comienza el verdadero viaje, ahora empieza la verdadera aventura
que me permitirá descubrir nuevos objetivos, nuevos horizontes.
Ya los veo allí en la distancia, parecen estar esperando, inmóviles en su
absoluta trascendencia.

"¡Que se abran las puertas! ¡Que se baje el puente levadizo! La
Reina finalmente ha llegado". Sí, finalmente estoy en casa.

Escrita por: