Uno va hacer algo, y siente voces,
vienen de otra parte, de la noche.
Vienen de milenios entregados
a sacrificar las emociones.
Como si fuera poca la carga que trae el hombre,
trae el amor atado con cien cadenas de bronce.
Podría librarse ya de ese falso peso.
¡Podría ir dejando de tenerle miedo a un beso
que libremente vuele por la humanidad!
¿Hasta cuándo va a durar el ruido?
Hasta que la gente se decida
a hacer el amor y amar de frente
en casas con muros transparentes.
(Si fueras más desinhibida, ¡ay, vida!)