Una vez zarpó un navío con una bandera
que la historia de su pueblo le tejió
y en ella escribió su timonel
el rumbo firme de su fe:
Salir y llegar, llegar y luchar,
luchar y luchar hasta vencer.
Parecía una cáscara de nuez a la deriva,
parecía un pequeño barco de papel,
pero hacia el mar lo lleva un afán
sin miedo de la tempestad.
Salió y llegó, llegó y luchó,
luchó y luchó hasta vencer.
Nada lo ha detenido
ni lo va a detener.
Se lo traga una ola
y vuelve a aparecer,
hay que ver.
Con la vela hinchada
por el aire de cien pueblos
sigue navegando sin retroceder
buscando la paz,
en cualquier mar
con su divisa, con su fe.