Cuando la nevasca grita como una fiera,
prolongada y bravamente,
no cerréis vuestra puerta;
que la puerta esté abierta.

Si se os presenta un largo camino,
un camino difícil,
no olvidéis abrir de par en par la puerta,
dejar la puerta abierta.

Y al salir entre el silencio de la noche
sin otras palabras decidir
la llama del pino con la llama del alma
mezclada en la estufa.

Que sea caliente la pared,
que sea suave el banco.
Nada valen las puertas cerradas,
un candado no vale nada.

Composição: Bulat Okudzhava / Rolando Alarcon