For Fires To Burn
Shouting thy name, again and again
Calling kingdom beyond the twilight
The shadows, the dominion gone
A journey throughout universe, formless and void
Enter the kingdom of vast emptiness
Enchanted, lost in a world of oblivion
To come, and eternal night for fires to burn
Where winds of sorrow sweeps eternally
Forever forsaken within shadows
Cast into that darkly splendid world
Delightful and with unintelligible images
I gaze therein with sightless eyes
Until eternity fades to nothingness
For in spirit I wilt never leave
To come, and eternal night for fires to burn
Where winds of sorrow sweeps eternally
Behold this, the union of fire
Through empires of woeful wrath
Stand in presence of the unholy
With power and great glory
Cries of the damned, echoes
Fires burn so high, bright
But it's the image of fire
That I can only see, yet
Who knows its form, left scars,
Deep inside my soul
Take me, oh darkly splendid world
In spirit I wilt never leave
Para que ardan los fuegos
Gritando tu nombre, una y otra vez
Llamando al reino más allá del crepúsculo
Las sombras, el dominio se ha ido
Un viaje a través del universo, informe y vacío
Entra al reino de la vasta vacuidad
Encantado, perdido en un mundo de olvido
Para venir, y la noche eterna para que ardan los fuegos
Donde los vientos de la tristeza barren eternamente
Por siempre abandonado dentro de las sombras
Arrojado a ese oscuro y espléndido mundo
Encantador y con imágenes ininteligibles
Miro allí con ojos ciegos
Hasta que la eternidad se desvanece en la nada
Porque en espíritu nunca me iré
Para venir, y la noche eterna para que ardan los fuegos
Donde los vientos de la tristeza barren eternamente
Contempla esto, la unión del fuego
A través de imperios de ira dolorosa
Permanece en presencia de lo impío
Con poder y gran gloria
Lamentos de los condenados, ecos
Los fuegos arden tan alto, brillantes
Pero es la imagen del fuego
Lo único que puedo ver, aún
Quién conoce su forma, dejó cicatrices,
Profundamente dentro de mi alma
Llévame, oh oscuro y espléndido mundo
En espíritu nunca me iré