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Herencia

Apparicio Silva Rillo

Herança

Naqueles tempos, sim
Naqueles tempos as casas já nasciam velhas
Eram umas casas cálidas, solenes
Sob as telhas portuguesas, maternais
Em pálidos azuis eram pintadas
E em brancos, em ocres e amarelos
Algumas nem mesmo tinham reboco
Na carne dos tijolos mostravam-se nuas
Abertas em janelas que espiavam
Da sombra verde para o Sol das ruas

Naqueles tempos, sim
Naqueles tempos
Tinham balcões e sacadas essas casas
E úmidos porões e sótãos com fantasmas
E tinham jasmineiros sobre os muros
E acolhedoras latrinas de madeira
Disfarçadas entre as plantas dos quintais
E laranjeiras e galos e cachorros
Um barril barrigudo cheio d'água
E uma concha de lata para a sede
Nas varandas que eram frescas e abertas
A moleza da sesta numa rede

Naqueles tempos, sim
Naqueles tempos
As portas eram altas
E alto o pé-direito das salas dessas casas
Mas eram simples as pessoas que as casas abrigavam
Os homens chamavam-se Bento, Honorato, Deoclécio
As mulheres eram Carlinda, Emerenciana, Vicentina
Os homens usavam barbas e picavam fumo em rama
As mulheres faziam filhos, bordados e rosquinhas
Os homens iam ao clube, as mulheres À missa
E homens e mulheres aos velórios
Morriam discretamente e ficavam nos retratos

Naqueles tempos, sim
Naqueles tempos
A igreja tinha santos nos altares
E havia mulheres rezando ao pé do santos
O padre usava uma batina cheia de manchas e botões
Batizava crianças, encomendava os mortos
Rezava a missa em latim: Agnus Dei
E comia cordeiro gordo na mesa do intendente
Os homens ajudavam nas obras da igreja

Mas acreditavam mais nas armas que nos santos

Naqueles tempos, sim
Naqueles tempos
Os chefes eram chamados coronéis
Ganhavam seus galões debaixo da fumaça
Em peleias a pata de cavalo
Garruchas de um tiro só e espadas de bom aço
As mulheres plantavam flores e temperos
Pois tinham mesma valia o espírito e o corpo
Sabiam receitas de panelas fartas
Faziam velas de sebo e tachadas de doce
E de graxas e cinzas inventavam sabão

Naqueles tempos, sim
Naqueles tempos
Os bois mandavam nos homens
E por isso a vida era mansa na cidadezinha
Arrodeada de ventos, chácaras e estâncias
Os touros cumpriam devotamente o seu mister
E as vacas, pacientes
Pariam terneiros e terneiros e terneiros
O campo engordava os bois
As tropas de abril engordavam os homens
E os homens engordavam as mulheres

Por isso a cidade chegou até aqui
Por isso estamos aqui
Netos e bisnetos desses homens
Dessas mulheres, netas e bisnetas

Por isso um berro de boi nos toca tanto
E tão profundamente
Por isso somos guardiões de casas velhas
Almas de sesmarias e de estâncias
Paredes que suportam seus retratos

O músculo do boi na força que nos leva
A barba dos avós como um selo no queixo
O doce das avós na memória da boca
E nela este responso

Naqueles tempos, sim, naqueles tempos

Herencia

En esos tiempos, sí
En aquellos días las casas nacieron viejas
Eran casas cálidas y solemnes
Bajo los azulejos portugueses, maternal
En azul pálido fueron pintados
Y en blanca, en ocre y amarilla
Algunos ni siquiera tenían enyesado
En la carne de los ladrillos estaban desnudos
Abrir en ventanas que asomaban
De la sombra verde al sol de las calles

En esos tiempos, sí
En aquellos tiempos
Tenían mostradores y balcones estas casas
Y sótanos húmedos y áticos con fantasmas
Y tenían jasminers en las paredes
Y acogedores letrinas de madera
Disfrazado entre las plantas del patio trasero
Y naranjos, gallos y perros
Un barril lleno de agua
Y una cáscara de hojalata para el cuartel general
En los balcones que estaban frescos y abiertos
La siesta fácil en una hamaca

En esos tiempos, sí
En aquellos tiempos
Las puertas eran altas
Y alto el techo de las habitaciones de estas casas
Pero las personas que albergaban las casas eran simples
Los hombres se llamaban Benedicto, Honorato, Deoclecio
Las mujeres eran Carlinda, Emergencia, Vicenciana
Los hombres llevaban barbas y picaban humo en el aire
Mujeres hechas niños, bordados y rosquillas
Los hombres fueron al club, las mujeres a misa
Y hombres y mujeres en el velatorio
Murieron discretamente y se quedaron en los retratos

En esos tiempos, sí
En aquellos tiempos
La iglesia tenía santos en los altares
Y había mujeres rezando al pie de los santos
El sacerdote llevaba una sotana llena de manchas y botones
Niños bautizados, comisionados a los muertos
Misa fue en latín: Agnus Dei
Y comió cordero gordo en la mesa del intendente
Los hombres ayudaron en las obras de la iglesia

Pero creían más en las armas que en los santos

En esos tiempos, sí
En aquellos tiempos
Los jefes se llamaban coroneles
Se ganaron sus galones bajo el humo
En carros la pata del caballo
Un tiro garras y espadas de buen acero
Las mujeres plantaron flores y condimentos
Porque realmente valían la pena el espíritu y el cuerpo
Conocían recetas de sartenes
Hicieron velas de sebo y golosinas
Y de la grasa y la ceniza inventaron el jabón

En esos tiempos, sí
En aquellos tiempos
Los bueyes gobernaban a los hombres
Y es por eso que la vida todavía estaba en el pequeño pueblo
Armado con vientos, granjas y resorts
Los toros cumplieron devotamente a su señor
Y las vacas, los pacientes
Limas y limets perlados y terneiros
El campo engordó a los bueyes
Las tropas de abril estaban engordando a los hombres
Y los hombres se ponen en el peso de las mujeres

Por eso la ciudad llegó tan lejos
Por eso estamos aquí
Nietos y bisnietos de estos hombres
De estas mujeres, nietas y bisnietas

Es por eso que un grito de buey nos toca tanto
Y tan profundamente
Por eso somos guardianes de casas antiguas
Almas de sesmarias y resorts
Paredes que apoyan tus retratos

El músculo del buey en la fuerza que nos lleva
La barba de los abuelos como un sello en el mentón
El dulce de las abuelas en la memoria de la boca
Y en ella esta respuesta

En aquellos tiempos, sí, en aquellos tiempos

Escrita por: Apparicio Silva Rillo