Um boi vê os homens

Tão delicados (mais que um arbusto) e correm e correm de um para o outro lado, sempre esquecidos de alguma coisa. Certamente falta-lhes não sei que atributo essencial, posto se apresentem nobres e graves, por vezes.
Ah, espantosamente graves, até sinistros.
Coitados, dir-se-ia que não escutam nem o canto do ar nem os segredos do feno,
como também parecem não enxergar o que é visível
e comum a cada um de nós, no espaço.
E ficam tristes e no rasto da tristeza chegam à crueldade.
Toda a expressão deles mora nos olhos -
e perde-se a um simples baixar de cílios, a uma sombra.
Nada nos pêlos, nos extremos de inconcebível fragilidade, e como neles há pouca montanha, e que secura e que reentrâncias e que impossibilidade de se organizarem em formas calmas, permanentes e necessárias.
Têm, talvez, certa graça melancólica (um minuto) e com isto se fazem
perdoar a agitação incômoda e o translúcido vazio interior que os torna tão pobres e carecidos de emitir sons absurdos e agônicos: desejo, amor, ciúme
(que sabemos nós), sons que se despedaçam e tombam no campo
como pedras aflitas e queimam a erva e a água,
e difícil, depois disto, é ruminarmos nossa verdade.

Un buey ve hombres

Tan delicado (más que un arbusto) y correr y correr de un lado a otro, siempre olvidado algo. Ciertamente no saben qué atributo esencial es, ya que a veces son nobles y serios
Terriblemente grave, incluso siniestro
Pobres, se diría que no escuchan ni el canto del aire ni los secretos del heno
ya que también parecen no ver lo que es visible
y común a cada uno de nosotros en el espacio
Y se ponen tristes y a raíz de la tristeza llegan a la crueldad
Toda la expresión de ellos vive en los ojos
y se pierde a la baja simple de las pestañas, a la sombra
Nada en el cabello, en los extremos de fragilidad inconcebible, y ya que hay poca montaña en ellos, y qué sequedad y qué huecos y qué imposibilidad de organizarse en formas tranquilas, permanentes y necesarias
Tienen, tal vez, una cierta gracia melancólica (un minuto) y con esto se hacen
perdonar la agitación incómoda y el vacío interior translúcido que los hace tan pobres y carentes de emitir sonidos absurdos y agónicos: deseo, amor, celos
(que sabemos), sonidos que se rompen y caen en el campo
como piedras afligidas y quemar hierba y agua
Es difícil, después de eso, es rumiar nuestra verdad

Composição: Carlos Drummond de Andrade