Ut Queant Laxis
Para que puedan
resonar con flexibilidad
las maravillas de tus acciones
tus siervos,
desata la mancha
en labios impuros,
Santo Juan.
El mensajero que viene
desde lo alto del Olimpo,
anuncia que serás
un gran padre,
revelando el nombre
y el curso de tu vida,
en orden.
Él, dudoso del divino
cumplimiento de la promesa,
entrega los tonos
de la elocuencia preparada;
pero tú reformaste
los órganos de la voz
extinguida.
Los ciudadanos te alaban
con alabanzas celestiales,
Dios simple
y a la vez trino;
nosotros, suplicantes,
pedimos perdón:
perdona a los redimidos.
Recostado en el lecho
del vientre cerrado,
sentiste al Rey
que permanece en el lecho nupcial:
desde allí, el padre,
por los méritos de los hijos,
ambos revelan lo oculto.
Sea la gloria al Padre,
a la descendencia engendrada
y a ti, compañero
de la virtud de ambos,
el Espíritu siempre,
un solo Dios, por toda
la eternidad. Amén