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En las puertas de la tormenta

Drautran

An den Pforten des Sturmes

Gar müd' Gebein am Meeresgrund,
voll Harm der Sturm uns plagte,
Kummer, - Kummer ! -, schwarz' Gewölk,
trübt die eis'ge Fahrt hinab zur Ran :
Stetig die Wogen harsch dröhnen,
dumpf und schaurig stöhnen .
Am schwarzen, meergepeitschten Stein
bleibt Mannsgeblüt' dem Tod allein !

Den blutrothen Schild
der scheidenden Sol
als letztes Ich sah
- in schrecklich' Dämmer - :
in glanzlosem Licht
Skölls Geifer verschwand !
Arg gefochten ward
mein letzter Kampf,
nun ging es hinab…
...hinab ins feuchte Grab :

An den Pforten des Sturmes !

Mit verzagenden - Ach ! - so trüben Augen
starre Ich auf die nymph'schen Draugen .
Schrecklich Spuk um mich umher,
harrend nähere ich mich dem neuen Heim ...

Nasse Fänge des Meeresweibs
- grimm, grausig, hinab sie uns zogen -
umspülen die bleichen, starr zerfallenden Leichen,
umgewälzt vom wilden Meer .
Es ist, als flüstere sie, gleich traurigem Geläut,
Mir ins Ohr eine Todeskunde :

"Gar müd' Gebein versinken muss in
wucht'ger Gischt und Wogengange !
Sich auf Seegrund wohl zu strecken -
kühl mit Salzflut sollst dich decken !"

Niemand kann versöhnen Sie ...
Stille, Pein, hier, in Rans Stätte,
dem gar abscheulich' Meeresbette

En las puertas de la tormenta

Tan cansados los huesos en el fondo del mar,
llenos de dolor la tormenta nos atormentaba,
¡Angustia, angustia! Nubes negras,
enturbian el gélido viaje hacia Ran:
Constantes los rugidos ásperos de las olas,
sordos y escalofriantes gemidos.
En la negra roca azotada por el mar
la sangre de los hombres queda sola ante la muerte!

El escudo rojo sangre
de la partida del sol
fue lo último que vi
-en un terrible crepúsculo-:
en una luz opaca
¡la espuma de Sköll desapareció!
Luché ferozmente
mi última batalla,
ahora descendía...
...descendía a la húmeda tumba:

En las puertas de la tormenta!

Con ojos desalentados -¡Ay!- tan sombríos
contemplo a las ninfas de los ojos.
Espantoso espectro a mi alrededor,
esperando me acerco al nuevo hogar...

Las húmedas garras de la mujer del mar
-fieras, horribles, nos arrastraron hacia abajo-
rodean los pálidos cadáveres rígidos y descompuestos,
revueltos por el mar salvaje.
Es como si susurrara, como un triste repique,
una sentencia de muerte en mi oído:

"Tan cansados los huesos deben hundirse
en la poderosa espuma y las olas profundas!
Estirarse en el lecho marino con comodidad-
¡te cubrirás fresco con la marea salada!"

Nadie puede consolarlos...
Silencio, tormento, aquí, en el lecho de Ran,
el lecho marino tan repulsivo

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