Da chegada do amor
Sempre quis um amor
que falasse
que soubesse o que sentisse.
Sempre quis uma amor que elaborasse
Que quando dormisse
ressonasse confiança
no sopro do sono
e trouxesse beijo
no clarão da amanhecice.
Sempre quis um amor
que coubesse no que me disse.
Sempre quis uma meninice
entre menino e senhor
uma cachorrice
onde tanto pudesse a sem-vergonhice
do macho
quanto a sabedoria do sabedor.
Sempre quis um amor cujo
BOM DIA!
morasse na eternidade de encadear os tempos:
passado presente futuro
coisa da mesma embocadura
sabor da mesma golada.
Sempre quis um amor de goleadas
cuja rede complexa
do pano de fundo dos seres
não assustasse.
Sempre quis um amor
que não se incomodasse
quando a poesia da cama me levasse.
Sempre quis uma amor
que não se chateasse
diante das diferenças.
Agora, diante da encomenda
metade de mim rasga afoita
o embrulho
e a outra metade é o
futuro de saber o segredo
que enrola o laço,
é observar
o desenho
do invólucro e compará-lo
com a calma da alma
o seu conteúdo.
Contudo
sempre quis um amor
que me coubesse futuro
e me alternasse em menina e adulto
que ora eu fosse o fácil, o sério
e ora um doce mistério
que ora eu fosse medo-asneira
e ora eu fosse brincadeira
ultra-sonografia do furor,
sempre quis um amor
que sem tensa-corrida-de ocorresse.
Sempre quis um amor
que acontecesse
sem esforço
sem medo da inspiração
por ele acabar.
Sempre quis um amor
de abafar,
(não o caso)
mas cuja demora de ocaso
estivesse imensamente
nas nossas mãos.
Sem senãos.
Sempre quis um amor
com definição de quero
sem o lero-lero da falsa sedução.
Eu sempre disse não
à constituição dos séculos
que diz que o "garantido" amor
é a sua negação.
Sempre quis um amor
que gozasse
e que pouco antes
de chegar a esse céu
se anunciasse.
Sempre quis um amor
que vivesse a felicidade
sem reclamar dela ou disso.
Sempre quis um amor não omisso
e que suas estórias me contasse.
Ah, eu sempre quis uma amor que amasse
De la llegada del amor
Siempre he querido un amor
hablar
que sabía cómo se sentía
Siempre he querido un amor que elaborara
Que cuando dormí
resuena la confianza
en el aliento del sueño
y trae un beso
en el relámpago del amanecer
Siempre he querido un amor
que encaja con lo que me dijiste
Siempre he querido una niña
entre el chico y el señor
un cachorro
donde tanto podría el desvergonzado
del macho
como la sabiduría del conocedor
Siempre he querido un amor cuyo
¡BUENOS DÍAS!
habitan en la eternidad de encadenar los tiempos
pasado presente futuro
cosa de la misma boca
sabor del mismo sorbo
Siempre he querido un amor de
cuya red compleja
del trasfondo de los seres
para no asustarte
Siempre he querido un amor
que no se molestó
cuando la poesía de la cama me llevó
Siempre he querido un amor
que no te enfades
frente a las diferencias
Ahora, antes de la orden
la mitad de mí arranca
el envoltorio
y la otra mitad es la
futuro de conocer el secreto
que envuelve el encajado
es observar
el dibujo
de la carcasa y comparándola
con la calma del alma
su contenido
No obstante
Siempre he querido un amor
que me encajaría en el futuro
y alternarme como una niña y un adulto
que ahora yo era el fácil, el serio
y ahora un dulce misterio
que ahora tenía miedo de un percance
y ahora yo era una broma
ultrasonido del furor
Siempre he querido un amor
que sin que se produzca un escape tenso
Siempre he querido un amor
que sucedería
fácilmente
sin miedo a la inspiración
para que se separe
Siempre he querido un amor
de silencio
(no es el caso)
pero cuyo retraso de la puesta del sol
fue inmensamente
en nuestras manos
Sin problemas
Siempre he querido un amor
con definición de deseo
sin el lero-lero de la falsa seducción
Siempre dije que no
a la constitución de los siglos
que dice que el amor «garantizado
es tu negación
Siempre he querido un amor
para venir
y que justo antes de
para llegar a ese cielo
si lo anunciaste
Siempre he querido un amor
vivir la felicidad
sin quejarse de ella o de eso
Siempre he querido un amor, no lo dejes ir
y tus historias me cuentan
Oh, siempre he querido un amor que amara