Who Can Edure
Cursed fluctuating state of human disposition!
First, small and weak, it scarcely rears its head,
Scarce stretching out its helpless infant arms,
Implores protection of its neighbour minds,
Who nurse it to their hurt!
Anon it strives, it strives for pow’r and wealth,
And spurns at opposition…
By slow degree
The greed to its meridian hight ascends!
Arriv’d to full maturity, it grasps
At all within its reach, o’erleaps all bounds.
At length, grown old and swell’d to bulk enormous,
The monster in its proper bowels breeds
Pride, luxury, corruption, perfidy, contention,
Fell deseases of a mind…
Of things on earth, proud man must own,
Falsehood is found in man alone.
Who can edure
The noisy idiot brawl, the scurril taunt,
The riotous vulgarity and drunken midnight abuse.
Who can tolerate
To prostitute with impious hand
To uses vile capacities inborn…
Behold the monstrous human beast
Wallowing in excessive feast!
Phantom ornaments of pretended depth in mind,
Can ne’er disguise the poor state of their wearer.
And lo, needless slaughter of dignity
Swallows the last flickerings of sincere intention
To scorn the sordid world,
To set the hearts on things of real worth…
Behold the poor perverted soul,
Is our kind then sunk thus low?
Foul decadence on its summit
Casts down low as earth the miserable human breed.
It faints! It dies! For sure.
Inevitable suicide tragedy
Yet curative in its fundamental essence.
¿Quién puede soportar
Maldito estado fluctuante de la disposición humana!
Primero, pequeño y débil, apenas levanta la cabeza,
Apenas extendiendo sus brazos indefensos,
Implora protección de mentes vecinas,
¡Que lo cuidan hasta su propio daño!
Luego lucha, lucha por poder y riqueza,
Y desprecia la oposición...
Poco a poco
¡La codicia asciende a su cima meridiana!
Al llegar a la plena madurez, agarra
Todo lo que está a su alcance, sobrepasa todos los límites.
Al final, envejecido y hinchado hasta un tamaño enorme,
El monstruo en sus entrañas propias engendra
Orgullo, lujo, corrupción, perfidia, contención,
Enfermedades mortales de la mente...
De las cosas en la tierra, el orgulloso hombre debe admitir,
Que la falsedad se encuentra solo en el hombre.
¿Quién puede soportar
La ruidosa pelea de idiotas, la burla soez,
La vulgaridad tumultuosa y el abuso borracho de medianoche?
¿Quién puede tolerar
Prostituir con mano impía
A usos viles capacidades innatas...
Contempla la monstruosa bestia humana
Revolcándose en un festín excesivo!
Adornos fantasmales de pretendida profundidad en la mente,
Nunca pueden disfrazar el pobre estado de quien los lleva.
Y mira, la innecesaria masacre de la dignidad
Devora los últimos destellos de intención sincera
De despreciar al mundo sórdido,
De enfocar los corazones en cosas de verdadero valor...
Contempla la pobre alma pervertida,
¿Está nuestra especie entonces tan hundida?
La decadencia repugnante en su cúspide
Derriba tan bajo como la tierra a la miserable raza humana.
¡Desfallece! ¡Muere! Seguramente.
Tragedia de suicidio inevitable
Aún curativa en su esencia fundamental.