Ich lebe immer am Strand
Du, ich lebe immer am Strand
unter dem Blütenfall des Meeres.
Du, ich sag ein Lied in den Sand,
ein fast vertraut imaginäres.
Und die Göttinnen Roms steigen herab zu mir,
voll von Welle und Gischt und nur mich im Visier.
Und wo die Campagna noch ein weiches Stück Erde hat,
da besteigen sie mich, und ich habe die ganze Stadt,
das ganze rötliche Rom, in meiner Schenkelgewalt.
Die Wölfin kauert sich an meine Göttergestalt.
Du, ich lebe immer am Strand
unter dem Blütenfall des Meeres.
Du, ich sag ein Lied in den Sand,
ein fast vertraut imaginäres.
Und die Dirnen der Stadt betten mich abends ein.
Ihre herrlichen Körper brechen auf mich herein.
Und aus den Ruinen strömen die Diebe zum Meer.
Aufruhr flammt auf, sie entbinden ein Aufwieglerheer.
Das ganze rötliche Rom halten die Diebe besetzt.
Die Wölfin schaudert sich und weitet die Augen entsetzt.
Du, ich lebe immer am Strand
unter dem Blütenfall des Meeres.
Du, ich sag ein Lied in den Sand,
ein fast vertraut imaginäres.
Meine schweigsame Hand wühlt sich zum Meer wie ein Tier.
Salz prasselt herab, und ich bin betört von mir.
Und tief aus dem Wasser steigen Galeeren empor,
Päpste am Kiel, um die Masten ein Trauerflor.
Das ganze südliche Meer breitet sich aus in der Stadt.
Die Wölfin heult und sinniert, was sie wohl falsch gemacht hat.
Du, ich lebe immer am Strand
unter dem Blütenfall des Meeres.
Du, ich sag ein Lied in den Sand,
ein fast vertraut imaginäres.
Siempre vivo en la playa
Tú, siempre vivo en la playa
bajo la caída de pétalos del mar.
Tú, canto una canción en la arena,
un imaginario casi familiar.
Y las diosas de Roma descienden hacia mí,
llenas de olas y espuma, solo me tienen a mí en la mira.
Y donde la Campiña aún tiene un trozo de tierra suave,
me poseen, y tengo toda la ciudad,
todo el rojizo Roma, bajo mi dominio.
La loba se acurruca a mi figura divina.
Tú, siempre vivo en la playa
bajo la caída de pétalos del mar.
Tú, canto una canción en la arena,
un imaginario casi familiar.
Y las prostitutas de la ciudad me acunan por la noche.
Sus magníficos cuerpos se abalanzan sobre mí.
Y de entre las ruinas, los ladrones se dirigen al mar.
La revuelta estalla, liberan un ejército de rebeldes.
Los ladrones ocupan todo el rojizo Roma.
La loba se estremece y abre los ojos horrorizada.
Tú, siempre vivo en la playa
bajo la caída de pétalos del mar.
Tú, canto una canción en la arena,
un imaginario casi familiar.
Mi mano silenciosa se adentra en el mar como una bestia.
La sal cae sobre mí, y estoy embriagado de mí mismo.
Y desde lo profundo del agua emergen galeras,
con papas en la quilla, un velo de luto en los mástiles.
Todo el mar del sur se extiende por la ciudad.
La loba aúlla y reflexiona sobre lo que pudo haber hecho mal.
Tú, siempre vivo en la playa
bajo la caída de pétalos del mar.
Tú, canto una canción en la arena,
un imaginario casi familiar.