Fahnenträger

Es gibt keine Berge mehr,
kaum einen Baum.
Nichts wagt aufzustehen.

Nur in der Nacht manchmal glaubt man den Weg zu kennen.
Vielleicht kehren wir nächtens immer wieder das Stück zurück,
das wir in der fremden Sonne mühsam gewonnen haben?
Es kann sein.

Ich trage die Fahne. Ich trage die Fahne.

Im Vorsaal über einem Sessel hängt der Waffenrock,
das Bandelier und der Mantel von dem von Langenau.
Seine Handschuhe liegen auf dem Fußboden.
Seine Fahne steht steil, gelehnt an das Fensterkreuz.
Sie ist schwarz und schlank.
Draußen jagt ein Sturm über den Himmel hin und macht
Stücke aus der Nacht, weiße und schwarze.
Der Mondschein geht wie ein langer Blitz vorbei,
und die reglose Fahne hat unruhige Schatten.
Sie träumt.

Ist das der Morgen?
Welche Sonne geht auf?
Wie groß ist die Sonne.
Sind das Vögel?
Ihre Stimmen sind überall.
Alles ist hell, aber es ist kein Tag.
Alles ist laut, aber es sind nicht Vogelstimmen.
Das sind die Balken, die leuchten.
Das sind die Fenster, die schrein.
Und sie schrein, rot, in die Feinde hinein,
die draußen stehn im flackernden Land, schrein Brand.
Und mit zerrissenem Schlaf im Gesicht drängen sich alle,
halb Eisen, halb nackt, von Zimmer zu Zimmer,
von Trakt zu Trakt und suchen die Treppe.
Und mit verschlagenem Atem stammeln Hörner im Hof: Sammeln, sammeln!
Und bebende Trommeln.

Aber die Fahne ist nicht dabei.

Er läuft um die Wette mit brennenden Gängen,
durch Türen, die ihn glühend umdrängen, über Treppen,
die ihn versengen, bricht er aus aus dem rasenden Bau.
Auf seinen Armen trägt er die Fahne wie eine weiße,
bewußtlose Frau. Und er findet ein Pferd,
und es ist wie ein Schrei - über alles dahin und an
allem vorbei, auch an den Seinen.
Und da kommt auch die Fahne wieder zu sich
und niemals war sie so königlich;
und jetzt sehn sie sie alle, fern voran,
und erkennen den hellen,
helmlosen Mann und erkennen die Fahne...
Aber da fängt sie zu scheinen an,
wirft sich hinaus und wird groß und rot ...

Da brennt ihre Fahne mitten im Feind, und sie jagen ihr nach.

Der Waffenrock ist im Schlosse verbrannt,
der Brief und das Rosenblatt einer fremden Frau.

Im nächsten Frühjahr (es kam traurig und kalt) ritt ein
Kurier des Freiherrn von Pirovano langsam in Langenau ein.
Dort hat er eine alte Frau weinen sehen.


*lyrics from the song come from "The Cornet" by R.M. Rilke
*read by actor Oskar Werner
*Song is done in honour of the statue by Josef Thorak

Portador de la bandera

No hay más montañas
apenas un árbol
Nada se atreve a levantarse

Sólo por la noche a veces crees que conoces el camino
Tal vez siempre devolvamos la pieza la próxima vez
que hemos estado ganando laboriosamente en el extraño sol?
Puede ser

Llevo la bandera. Llevo la bandera

En el pasillo encima de un sillón cuelga el sillón
el bandelier y el abrigo de la de Langenau
Sus guantes yacen en el suelo
Su bandera está empinada, apoyada en la cruz de la ventana
Es negra y delgada
Afuera, una tormenta persigue sobre el cielo y hace
Piezas de la noche, blanco y negro
La luz de la luna pasa como un largo relámpago
y la bandera inmóvil tiene sombras inquietas
Está soñando

¿Es esa la mañana?
¿Qué sol sale?
Qué tan grande es el sol
¿Son pájaros?
Sus voces están por todas partes
Todo es brillante, pero no es un día
Todo es ruidoso, pero no son voces de pájaros
Estos son los rayos que se iluminan
Estas son las ventanas, el santuario
Y ellos sepultan, rojos, en los enemigos
de pie afuera en la tierra parpadeante, el fuego del santuario
Y con el sueño desgarrado en la cara, todos los empujan
medio hierro, medio desnudo, de habitación en habitación
de un tracto a otro y buscar las escaleras
Y con cuernos desesperación estampando en el patio: recoger, recoger!
Y tambores temblorosos

Pero la bandera no está ahí

Corre por la apuesta con la quema dice
a través de puertas que lo derrocaran brillando, sobre escaleras
que lo queman, se escapa del edificio furioso
En sus brazos lleva la bandera como un blanco
Mujer inconsciente. Y encuentra un caballo
y es como un grito - sobre todo allí y en
por todas partes, incluido el suyo
Y ahí es donde la bandera vuelve a sí misma
y nunca fue tan real
y ahora los ven a todos, lejos
y reconocer el brillante
hombre sin casco y reconocer la bandera
Pero ahí es donde empieza a parecer
lanza y se vuelve grande y rojo

Entonces su bandera arde en medio del enemigo, y la persiguen

La túnica quemada en el castillo
la letra y el pétalo de rosa de una mujer extraña

La próxima primavera (llegó triste y fría) montó en
Mensajero del barón de Pirovano entró lentamente en Langenau
Allí vio a una anciana llorando


letra de la canción «The Cornet» de R.M. Rilke
leído por el actor Oskar Werner
La canción se hace en honor a la estatua de Josef Thorak

Composição: