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Die Einsamkeit Der Klofrau
Brot Fettes
Die Einsamkeit Der Klofrau
Die Einsamkeit Der Klofrau
Tragik ist Komik in Spiegelschrift
Was hab ich auf dieser miesen Party verloren?
Fiese Fratzen und der Wein ist vergoren,
und die ganze Zeit lieg' ich meinem Gott in den Ohren:
"Wenn du gnädig bist, werd' ich nicht hier wiedergeboren!"
Jetzt ist Schluß, hab ich erkannt, nahm beide Beine in die Hand
- 100 m-Weltrekord, so schnell wie ich verschwand.
Erleichtert und entspannt ging ich durch die Nacht,
doch ich war nicht müde, denn irgendein Krach hielt mich wach.
"Was hier Geräusche macht?" fing ich mich an zu fragen.
Ein Blubbern, mir wird schlecht - mein Magen!
Den ganzen Tag hab ich's vergessen,
den ganzen Tag noch nichts gegessen, doch plötzlich
schreit das Tier in mir: "Fressen!"
Skrupellos, ohne Gewissen, die Augen rot und aufgerissen,
hätt' ich alles, was mir in die Quere gekommen war,totgebissen.
Doch "Buh!" - alles zu! Hab' überlegt, ob ich was aufbrech',
doch so richtig das Tier war ich nun auch nicht.
Doch plötzlich seh' ich von weitem ein Licht.
Trau meinen Augen nicht, weil ich ziemlich breit bin:
eine Imbißbude mitten in der Stadt,
die mir nach Mitternacht noch Mittag macht.
Ich kenn' die Bude schon seit Jahren, die wir immer dicht,
doch heute nacht nicht und das rettet mich.
Ich bestell' 'ne Portion Pommes, und zwar die ganz große.
Ich will Ketchup, doch er meint, daß er die beste Soße in derganzen Stadt hat
und wenn ich sie probiert hab', will ich bestimmt Nachschlag.
Mich beschleicht das Gefühl, der Typ tickt nicht richtig.
Ich sag: "Guter Mann, ihre Soße will ich nicht,
auch wenn ich sie verbilligt krieg!"
Ein Schlag ins Gesicht ist das für ihn gewesen.
Sichtlich geknickt stellt er sie wieder unter'n Tresen,
und plötzlich packt mich das schlechte Gewissen:
"Vielleicht hätte ich seine Soße doch probieren müssen?!"
Denn da jemals wieder was zu essen muss keiner von euch hoffen
- diese Imbißbude hatte nie wieder offen.
Ich treibe ja nicht wirklich Sport,
doch hin und wieder ist mir morgens langweilig
und dann eil' ich über den öffentlichen Trimmpfad
für studentenermäßigte 2,50 ins städtische Schwimmbad.
Es war wieder Schulsport, was ich ja erschreckend fand.
So schwamm ich keine Bahnen, sondern stand am Beckenrand
und versuchte zu erahnen, ob der Sechstklässler mit den langenHaaren
auf der Bank da ,wohl krank war.
Ich hätt's gern gewußt, doch dann hab ich's geseh'n:
auf seiner Brust prangte ein fleischig-rosa und sicher juckendesEkzem.
Mir wurde klar, warum er wohl nicht an Schwimmunterrichtteilnahm,
denn die Lehrerin sagte, es wäre nicht heilsam für seineHautkrankheit.
Da guckte er ganz mitgenommen.
Ich glaub, er wär' wohl gerne mitgeschwommen.
Und so saß er ohne Spaß da und war, glaub ich, ziemlichtraurig.
Ich schau mich um , wonach er dann so gegiert hat
und schnall', dass er wohl den Lehrkörper im Visier hat.
Er sah dem Kommandoengel zu wie sie in ihre Triller pfiff,
während er sich ganz unauffällig an seinen Piller griff
und wieder mal von Brustschwimmen und Kraulen mit ihr nurträumte,
schon wieder Sport bei ihr versäumte.
Er war so verliebt in sie, doch sie nicht in ihn - wie mirschien.
Sie wird nie erfahren, wie es im Innern von ihm aussieht,
denkt er sicher abends, wenn er sich auszieht.
Eine Sportart als Mordtat - und so hofft er deshalb ja
auf Basketball im nächsten Halbjahr.
Also, es ging so: ich hing so tierisch angetrunken
in einer dieser irischen Spelunken.
Trank mindestens mein siebzehntes Guiness.
Ich schätze, dass da wohl Alkohol drin ist.
Sonderbares Paar an der Bar, beide vielleicht 50 Jahr.
Mit Verlaub, ich glaub, er war 'n Clochard
- sah verwegen aus; sie dagegen mausgrau.
'Ne Hausfrau mit ihrem heimlichen Liebhaber
- unnahbar aber innig. Nichts hätte sie gestört,
denn sie flirten wie Liz Taylor und Richard Burton,
und ich schrieb im Stillen das Drehbuch für ihren Liebesfilm.
Beide hat das Schicksal x-mal ausgetrickst, das kannst duwissen,
wenn du hinter die Kulissen blickst.
Ihr Gatte hatte sie verlassen. Sie hatte keinen blassen
Schimmer warum und lief immer im Zimmer herum.
Das entbehrte jeder Logik, dabei hatte sie studiert -Pädagogik.
Doch eines Tages drang eine schöne Melodie
an ihr Ohr. Jemand sang: "Let it be, let it be, let it be!"
Ein Nichtseßhafter spielte beizeiten
den Refrain dieses Titels der Beatles auf zwei Saiten
seiner Gitarre - er war'n alter Matrose.
Und er ging auf sie zu in seiner blauen Latzhose.
Beide waren elektrisiert wie die Zitterrochen.
Sie wollt ihm gleich was zu Mittag kochen.
Jetzt sind sie nicht mehr ledig und in den Flitterwochen
doch nicht in Venedig, sondern in Hamburg im Shamrock!
La soledad de la mujer del baño
La soledad de la mujer del baño
La tragedia es comedia al revés
¿Qué diablos hago en esta fiesta miserable?
Caras horribles y el vino está agrio,
y todo el tiempo le ruego a Dios:
'¡Si eres compasivo, no renaceré aquí de nuevo!'
Ahora es suficiente, he comprendido, tomé mis dos piernas
- Récord mundial de 100 metros, tan rápido como desaparecí.
Aliviado y relajado, caminé por la noche,
pero no estaba cansado, algún ruido me mantenía despierto.
'¿Qué está haciendo ruido aquí?' me pregunté.
Un burbujeo, me siento mal - ¡mi estómago!
Todo el día lo olvidé,
todo el día no he comido nada, pero de repente
¡mi instinto animal grita: '¡A comer!'!
Sin escrúpulos, sin conciencia, ojos rojos y abiertos de par en par,
habría mordido todo lo que se me cruzara en el camino.
Pero '¡Basta!' - todo cerrado. Pensé en forzar algo,
pero no era tan salvaje como para hacerlo.
Pero de repente veo una luz a lo lejos.
No puedo creer lo que ven mis ojos, porque estoy bastante ebrio:
un puesto de comida en medio de la ciudad,
que sirve almuerzo después de medianoche.
Conozco ese lugar desde hace años, siempre cerrado,
pero esta noche no y eso me salvó.
Pedido unas papas fritas, las más grandes.
Quiero ketchup, pero él dice que tiene la mejor salsa de toda la ciudad
y que después de probarla, querré más.
Siento que algo anda mal con ese tipo.
Le digo: 'Buen hombre, no quiero tu salsa,
incluso si me la das más barata.'
Fue un golpe en la cara para él.
Claramente desanimado, la guarda de nuevo debajo del mostrador,
y de repente me invade la culpa:
'¡Quizás debería haber probado su salsa después de todo!'
Pero que nadie espere volver a comer algo,
- ese puesto de comida nunca volvió a abrir.
No suelo hacer mucho deporte,
pero a veces por la mañana me aburro
y corro por el sendero público de ejercicios
por solo 2,50 con descuento de estudiante al club de natación municipal.
Era la clase de educación física, lo cual me pareció alarmante.
Así que no nadé, solo me quedé al borde de la piscina
tratando de adivinar si el estudiante de sexto con el pelo largo
en el banco estaba enfermo.
Me hubiera gustado saberlo, pero luego lo vi:
tenía un eccema carnoso y seguramente picante en el pecho.
Entendí por qué no participaba en la clase de natación,
porque la profesora dijo que no era bueno para su enfermedad de la piel.
Él parecía muy afectado.
Creo que le habría gustado nadar con los demás.
Y así se quedó sin diversión y, creo, bastante triste.
Observo lo que tanto anhelaba
y me doy cuenta de que tenía en la mira al cuerpo docente.
Miraba a la instructora mientras soplaba su silbato,
mientras discretamente se ajustaba su ropa interior
y soñaba una vez más con nadar y hacer crol con ella,
perdiéndose otra vez la clase de educación física.
Estaba tan enamorado de ella, pero ella no de él - al menos eso parecía.
Nunca sabrá cómo es por dentro, piensa él seguramente por las noches cuando se desviste.
Un deporte como un asesinato - por eso espera
jugar baloncesto el próximo semestre.
Así que fue así: estaba tan borracho
en uno de esos bares irlandeses.
Tomé al menos mi decimoséptimo Guinness.
Supongo que había alcohol en eso.
Una pareja extraña en la barra, ambos quizás de unos 50 años.
Con permiso, creo que él era un vagabundo
- parecía atrevido; ella, en cambio, gris como un ratón.
Una ama de casa con su amante secreto
- distantes pero íntimos. Nada los perturbaba,
porque coqueteaban como Liz Taylor y Richard Burton,
y yo escribía en silencio el guion de su película romántica.
El destino los había engañado muchas veces, eso lo puedes saber
si miras detrás de escena.
Su esposo la había abandonado. Ella no tenía ni idea
por qué y siempre andaba de un lado a otro en la habitación.
Carecía de lógica, a pesar de haber estudiado pedagogía.
Pero un día llegó una hermosa melodía
a sus oídos. Alguien cantaba: 'Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser.'
Un vagabundo tocaba de vez en cuando
el estribillo de esta canción de los Beatles con dos cuerdas
de su guitarra - era un viejo marinero.
Y se acercó a ella con su mono azul.
Ambos estaban electrificados como rayos,
ella quería cocinarle algo para almorzar.
Ahora ya no están solteros y están de luna de miel
pero no en Venecia, ¡sino en Hamburgo en el Shamrock!



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