Sheila Nee Iyer

Sheila Nee Iyer

En las orillas de un arroyo claro y cristalino
Fue donde primero abordé a esa joven hermosa
Y en gran confusión le pregunté su nombre
¿Eres Flora, Aurora o la famosa reina de Tiro?
Ella respondió, 'No soy ninguna de ellas, soy Sheila Nee Iyer'

Ve rimando, pícaro, deja que mis rebaños pasten en paz
No encontrarás entre ellos ese famoso Vellocino de Oro
O las trenzas de Helena, esa diosa de Grecia
Que se hayan enredado en tu corazón como una muñeca del deseo
Vete con tu amante', dijo Sheila Nee Iyer

Que las penas de Sísifo caigan sobre mí
Y que yo soporte los tormentos de Tántalo
Que mi alma caiga como heredera a la oscura tierra de Hades
Sin ruiseñor cantando ni una nota en la lira
Si alguna vez te resulto infiel, Sheila Nee Iyer

Oh, si tuviera la riqueza de las tiendas de Oriente
O las gemas de Perú o el oro mexicano
O la mano de Midas para moldear una y otra vez
Brillantes brazaletes de oro o zafiros llameantes
Te vestiría con esplendor, mi Sheila Nee Iyer