Traducción generada automáticamente

Piazza Alimonda
Francesco Guccini
Piazza Alimonda
Genova, schiacciata sul mare, sembra cercare
respiro al largo, verso l'orizzonte.
Genova, repubblicana di cuore, vento di sale,
d'anima forte.
Genova che si perde in centro nei labirintici vecchi carrugi,
parole antiche e nuove sparate a colpi come da archibugi.
Genova, quella giornata di luglio, d'un caldo torrido
d'Africa nera.
Sfera di sole a piombo, rombo di gente, tesa atmosfera.
Nera o blu l'uniforme, precisi gli ordini, sudore e rabbia;
facce e scudi da Opliti, l'odio di dentro come una scabbia.
Ma poco più lontano, un pensionato ed un vecchio cane
guardavano un aeroplano che lento andava macchiando il mare;
una voce spezzava l'urlare estatico dei bambini.
Panni distesi al sole, come una beffa, dentro ai giardini.
Uscir di casa a vent'anni è quasi un obbligo, quasi un dovere,
piacere d'incontri a grappoli, ideali identici, essere e avere,
la grande folla chiama, canti e colori, grida ed avanza,
sfida il sole implacabile, quasi incredibile passo di danza.
Genova chiusa da sbarre, Genova soffre come in prigione,
Genova marcata a vista attende un soffio di liberazione.
Dentro gli uffici uomini freddi discutono la strategia
e uomini caldi esplodono un colpo secco, morte e follia.
Si rompe il tempo e l'attimo, per un istante, resta sospeso,
appeso al buio e al niente, poi l'assurdo video ritorna acceso;
marionette si muovono, cercando alibi per quelle vite
dissipate e disperse nell'aspro odore della cordite.
Genova non sa ancora niente, lenta agonizza, fuoco e rumore,
ma come quella vita giovane spenta, Genova muore.
Per quanti giorni l'odio colpirà ancora a mani piene.
Genova risponde al porto con l'urlo alto delle sirene.
Poi tutto ricomincia come ogni giorno e chi ha la ragione,
dico nobili uomini, danno implacabile giustificazione,
come ci fosse un modo, uno soltanto, per riportare
una vita troncata, tutta una vita da immaginare.
Genova non ha scordato perché è difficile dimenticare,
c'è traffico, mare e accento danzante e vicoli da camminare.
La Lanterna impassibile guarda da secoli gli scogli e l'onda.
Ritorna come sempre, quasi normale, piazza Alimonda.
La "salvia splendens" luccica, copre un'aiuola triangolare,
viaggia il traffico solito scorrendo rapido e irregolare.
Dal bar caffè e grappini, verde un'edicola vende la vita.
Resta, amara e indelebile, la traccia aperta di una ferita
Plaza Alimonda
Genova, aplastada junto al mar, parece buscar
aire en alta mar, hacia el horizonte.
Genova, republicana de corazón, viento salado,
de alma fuerte.
Genova que se pierde en el centro en los laberínticos viejos callejones,
palabras antiguas y nuevas disparadas como de arcabuces.
Genova, aquel día de julio, de un calor sofocante
de África negra.
Esfera de sol plomizo, estruendo de gente, atmósfera tensa.
Negra o azul la uniforme, precisos los mandatos, sudor y rabia;
rostros y escudos de hoplitas, el odio de adentro como una sarna.
Pero un poco más lejos, un jubilado y un viejo perro
miraban un avión que lentamente iba manchando el mar;
una voz rompía el grito extático de los niños.
Ropa tendida al sol, como una burla, en los jardines.
Salir de casa a los veinte años es casi un deber, casi una obligación,
placer de encuentros en racimos, ideales idénticos, ser y tener,
la gran multitud llama, cantos y colores, gritos y avanza,
desafía al sol implacable, casi increíble paso de danza.
Genova cerrada por rejas, Genova sufre como en prisión,
Genova marcada a la vista espera un soplo de liberación.
Dentro de las oficinas hombres fríos discuten la estrategia
y hombres calientes explotan un golpe seco, muerte y locura.
Se rompe el tiempo y el momento, por un instante, queda suspendido,
pegado a la oscuridad y al vacío, luego el absurdo video vuelve encendido;
marionetas se mueven, buscando coartadas para esas vidas
dispersas y disipadas en el áspero olor de la cordita.
Genova aún no sabe nada, lenta agoniza, fuego y ruido,
pero como esa vida joven apagada, Genova muere.
Por cuántos días el odio golpeará aún a manos llenas.
Genova responde al puerto con el grito alto de las sirenas.
Luego todo vuelve a empezar como cada día y quien tiene la razón,
digo nobles hombres, dan implacable justificación,
como si hubiera una manera, una sola, de devolver
una vida truncada, toda una vida por imaginar.
Genova no ha olvidado porque es difícil olvidar,
hay tráfico, mar y acento danzante y callejones por recorrer.
La Lanterna impasible mira desde siglos los acantilados y la ola.
Regresa como siempre, casi normal, plaza Alimonda.
La 'salvia splendens' brilla, cubre un parterre triangular,
viaja el tráfico habitual fluyendo rápido e irregular.
Desde el bar café y tragos, verde un quiosco vende la vida.
Permanece, amarga e indeleble, la huella abierta de una herida.



Comentarios
Envía preguntas, explicaciones y curiosidades sobre la letra
Forma parte de esta comunidad
Haz preguntas sobre idiomas, interactúa con más fans de Francesco Guccini y explora más allá de las letras.
Conoce a Letras AcademyRevisa nuestra guía de uso para hacer comentarios.
¿Enviar a la central de preguntas?
Tus preguntas podrán ser contestadas por profesores y alumnos de la plataforma.
Comprende mejor con esta clase: