Borrachos de Carnaval

La Melancolía y la Rebeldía en 'Borrachos de Carnaval' de Javier Calamaro

La canción 'Borrachos de Carnaval' de Javier Calamaro es una oda a la juventud, la rebeldía y la búsqueda de sentido en un mundo que a menudo parece ingrato y desilusionante. Desde el primer verso, la escena se sitúa en un bar, un lugar común de encuentro y escape, donde el protagonista observa a alguien con la mirada perdida, una imagen que sugiere soledad y desconexión. La llegada del policía y la huida sin pagar refuerzan la idea de una vida al margen de las normas, una vida que busca libertad y momentos de alegría efímera.

El estribillo, 'Y nos fuimos abrazados como borrachos de carnaval', evoca una imagen de camaradería y euforia, pero también de vulnerabilidad y descontrol. El carnaval, con su mezcla de celebración y caos, sirve como metáfora de la vida misma, donde se busca la felicidad en medio del desorden. La referencia a los astros y la iluminación sugiere una búsqueda de significado y destino, una esperanza de que hay algo más allá de la rutina diaria.

La canción también toca temas de desilusión y crítica social. La frase 'este mundo es una cueva de ingratitud' refleja un sentimiento de desencanto con la sociedad. La imagen de 'matar cuatro toros en el ruedo' y la excitación con la sangre del torero pueden interpretarse como una metáfora de la lucha y la violencia inherente en la vida, y cómo estas experiencias extremas pueden ser tanto aterradoras como estimulantes. La dinamita mencionada al final simboliza los métodos destructivos que a veces se utilizan para sobrellevar la vida, una forma de rebelión y autoafirmación en un mundo que a menudo parece hostil.