Dos Horas Después

El Lánguido Argumento de la Vida en 'Dos Horas Después' de Joaquín Sabina

La canción 'Dos Horas Después' de Joaquín Sabina es una reflexión poética sobre el paso del tiempo y la melancolía que acompaña a la vida cotidiana. Sabina utiliza una serie de metáforas y simbolismos para transmitir una sensación de desasosiego y resignación ante la inevitabilidad del tiempo. La tarde que se consume sin carne ni pecado y la noche que se agavilla como un ave a punto de emigrar sugieren una transición constante y un ciclo interminable de días que se desvanecen sin dejar huella.

El mundo descrito por Sabina es un lugar carente de sabor y alegría, representado por caracolas ayunas de pimienta, risa y sal. El Sol, una lágrima en un ojo que no sabe llorar, simboliza una tristeza contenida y una incapacidad de expresar plenamente el dolor. La espalda del ser amado es comparada con el ocaso de septiembre, un mapa sin revés ni marcha atrás, lo que sugiere una relación marcada por la nostalgia y la imposibilidad de regresar al pasado.

El calendario y sus ujieres disecan el oficio de soñar, y la espuela en la tasca de la esquina representa el vicio de olvidar. Sabina nos habla de un corazón que descarrila cada mañana, solo para volver a empezar dos horas después del amanecer. La vida, con su lánguido argumento, sabe a licor y a Luna despeinada, una metáfora de la búsqueda constante de algo que nunca sacia la sed. La noche, que ha consumido sus botellas, deja jirones en la pared, y los días pasan como hojas de libros sin leer, subrayando la fugacidad y la monotonía de la existencia.

En 'Dos Horas Después', Joaquín Sabina nos invita a reflexionar sobre la naturaleza efímera de la vida y la melancolía que acompaña a la rutina diaria. La canción es un recordatorio de que, a pesar de los esfuerzos por olvidar y seguir adelante, el tiempo siempre deja su marca indeleble.