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Die Mittelmäßigkeit
Klaus Hoffmann
Die Mittelmäßigkeit
Jeden Morgen das gleiche Ritual.
Jeden Morgen ein Gesicht in gleicher Qual.
Jeden Morgen dieses Fügen
vor dem Spiegel und im Bus.
Jeden Morgen die Fragen,
ob ich will und ob ich muß.
Jeden Tag im Mantel gleiche Haltung.
Jeden Tag meine Meinung aus der Zeitung.
Jeden Tag das Wissen um Veränderung.
Jeden Tag in mir die gleiche Lähmung.
Jede Nacht im Bett den gleichen Vorwurf.
Jede Nacht den gleichen Traum
von Angst und Flucht.
Jede Nacht mit offnen Augen alles sehn.
Jede Nacht zu warten, daß die Ängste gehn.
Jeden Augenblick in eine Lüge quäln,
muß dich betrügen, um nicht durchzudrehn.
Wieder mal wissen, du bist ausgekniffen,
hast dich nicht gestellt,
hast dich selbst verpfiffen.
Die Mittelmäßigkeit
verhindert jeden Streit.
Seh sie oft mit Blättern an den Ecken stehn,
manche jünger noch als ich, wag nicht hinzugehn.
Will vorüber tauchen, merk ´ne Ablehnung in mir,
ohne sie gehört zu haben, ist die Angst in mir.
Bisher hab ich mich noch nie geäußert
über Politik,
wollte nie beteiligt sein, zog mit jedem mit.
Doch sie sagen, mein Schweigen
bringt viel Schlimmes ein.
Es verhilft, daß andere noch viel lauter schrein.
Soll ich in der Mitte stehn?
Soll ich keine Fragen stelln?
Soll ich denn im Rahmen bleiben,
jeden Streit vermeiden?
Geh ich allem aus dem Weg,
noch eh der Kampf beginnt,
haben andre schon,
was ich denken soll, bestimmt.
Die Mittelmäßigkeit
verhindert jeden Streit.
La mediocridad
Cada mañana el mismo ritual.
Cada mañana un rostro en igual agonía.
Cada mañana este conformismo
frente al espejo y en el bus.
Cada mañana las preguntas,
si quiero y si debo.
Cada día con el mismo abrigo y postura.
Cada día mi opinión de los periódicos.
Cada día el conocimiento del cambio.
Cada día en mí la misma parálisis.
Cada noche en la cama el mismo reproche.
Cada noche el mismo sueño
de miedo y huida.
Cada noche con los ojos abiertos viendo todo.
Cada noche esperando que los miedos se vayan.
En cada momento torturándome con una mentira,
tengo que engañarte para no enloquecer.
Otra vez sabiendo que estás atrapado,
no te has enfrentado,
te has delatado a ti mismo.
La mediocridad
impide cualquier disputa.
A menudo los veo parados con periódicos,
algunos más jóvenes que yo, no me atrevo a acercarme.
Quiero pasar de largo, siento rechazo en mí,
sin haberlos escuchado, el miedo está en mí.
Hasta ahora nunca me he expresado
sobre política,
nunca quise participar, me uní a todos.
Pero dicen que mi silencio
trae muchas desgracias.
Hace que otros griten aún más fuerte.
¿Debo quedarme en el medio?
¿No debo hacer preguntas?
¿Debo mantenerme dentro de los límites,
para evitar cualquier disputa?
¿Evito todo antes de que comience la lucha,
otros ya han decidido
lo que debo pensar?
La mediocridad
impide cualquier disputa.
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