Weckerleuchten (Bestandsaufnahme eines Konzerts)

Destellos del despertador (Inventario de un concierto)

Unos cuantos fans de siempre, 14 intelectuales, Marca: Ajá, muy interesante, tres modelos, mayormente de ojos grandes.
Destellos del despertador.
Dos amables señores mayores con sus esposas, un conductor de Opel Kadett con sombrero y problemas de próstata, 6 adolescentes bostezando.
Destellos del despertador.
Sin mapaches, lamentablemente, pero sí un jefe de policía a quien le orinaron accidentalmente en la pierna, pero gracias a Dios no hay ministro del Interior.
Destellos del despertador.
Mezcladoras, músicos, mimados.
Destellos del despertador.
¿Nunca han escuchado de política, eh?
Tos. Risas falsas en el lugar correcto, risas verdaderas en el lugar incorrecto y: ¿Dónde está la declaración, dónde está la salvación? Por favor. Destellos del despertador. Varios Ludwigs, dos de los cuales a menudo son llamados Lucky, y una María sin piedad y:
¿Dónde, por favor, dónde está la salvación?
Destellos del despertador.
Y: Permítame disculparme mucho, pero tengo que traerles la salvación. La maldición del cantante. Además, doy la más cordial bienvenida al Duque de Utopías, quien a pesar de sus graves dolencias cerebrales se ha arrastrado hasta aquí porque creía que era un congreso neurológico.
Destellos del despertador.
¡Quién despierta, qué brilla!
Y: De vez en cuando un pequeño, casi tímido, blanco salvador que se arrastra a través de las canciones. Un pequeño salvador, por así decirlo. Sana sana colita de rana. Además:
Ideologías, damas y caballeros, ideologías para todo propósito.
Para murmurar, para bailar, para indignarse o simplemente para tener la razón. Compre ideologías directamente de la asociación de cantantes, ahorrando costos y ahora también ideologías desechables limpias y higiénicamente empaquetadas a precios de descarte.
Destellos del despertador.
Y por favor, estimada señora, mantenga su optimismo.

Escribo para aquellos que están entre la espada y la pared
y agarran su vida sin consuelo.
Los buscadores que escarban en todas las profundidades
y de vez en cuando se sumergen disfrutando de sí mismos.

Escribo, maldita sea, no para sanar.
Ya ha habido demasiados profetas.
Quiero sumergirme, tambalearme y quedarme.
No ser feliz, sino vivir.
¡La lucha de los mercaderes! Quiero sentirme.
No estamos hechos para la nada.
Escribo para aquellos que nunca seducen,
y para la sangría del poder.