Traducción generada automáticamente

visualizaciones de letras 1.610
Letra

Nuestra traducción no tiene la misma cantidad de líneas que la letra original, ayúdanos a revisarla para que se muestre correctamente.

Penhasco

A cidade me paga. Me paga algum dinheiro qualquer pra que tarde da noite na madrugada de algum dia de semana eu saia da cidade e me mantenha quieto e só contra a escuridão quieta e só da noite quieta e estrelada ou não.

A cidade me paga. Me paga algum dinheiro qualquer pra que eu vá sentar lá no penhasco, ali um pouco além, junto do mar. Pra que exatamente eu fique ali um pouco além dos limites da cidade (que repousa já não tão à beira-mar...). Ali. Vigilante. E num certo sentido, alheio.

E é no breu que aflora o marulho vibrante. As baixas freqüências. O vento frio é doce e obedece à vida noturna: que tipo de resposta eles tão querendo que eu arranje imediatamente? Será que eu sou só café-com-leite?

A cidade me paga. Me paga algum dinheiro qualquer, e fica tudo por minha conta, tudo surdo, tudo apegado: a brisa do mar - agora chorosa - volta a cantar. Me conta de flores (já que as estrelas estão esgotadas). A meia-lua não entra. Meia-noite e meia. E nada.

Rastros de nada, nada de certeza reta. Feliz ou infelizmente, perguntas e mais perguntas. Esses leques de perguntas não têm fim, são simples e sem resolução. Matemáticas que não dependem de mim.

E eu volto pra a cidade com leques de perguntas sem fim. Sem chance. Eles querem respostas, propostas, fatos, qualquer coisa visível a olho nu. Um simples refrão já resolve, mata de contentamento. Mas por ora o que temos são perguntas.

Pergunta, resposta, coisa nenhuma, ninguém: eventualmente o vazio espesso sugere a sensação da presença ou da ausência de um deus. E ele esteve ali, agora mesmo, aos urros. E não deixou rastro um segundo depois (tendo ou não estado ali um segundo atrás).

E uma breve vez os ruídos no precipício foram sussurros de namorados. Eu me atirei pra a cidade, alegre. Dúzias de canções de amor na mão. Canções em que todos são felizes para sempre. Por quase um dia ou dois.

Não.

Na noite seguinte eu já confrontava a figura do penhasco na friagem marítima e a palavra especular tornava a ter o sentido justo de uma noite alguém sair do centro da cidade, transpor as muralhas, ir reto e lerdo pro centro da noite e nas beiradas do penhasco se tornar micróbio, respirar fundo e, sem pestanejar, saltar ligado, com os olhos bastante arregalados, rumo a novas coisas nenhumas. Esquadrinhar com as unhas um momento de pedra antes que ele atinja a velocidade do infinito. Ir dar de cara com rochedos incertos, costões antigos, o gosto salgado - gelado - das tais perguntas de sempre. Possíveis ou
impossíveis de fazer. Possíveis ou impossíveis de se perceber quais são. Possíveis ou impossíveis de se entender onde querem chegar.

E se incrustrar à não presença largada lá, lembrando, mais que escondendo, o quê e quem nos chegou pelas praias. Lágrimas de saudade. Lágrimas de remorso. Sua cabeça eternamente baixa. E um olhar que, enquanto isso, media possibilidades... A cidade me paga. Me paga algum dinheiro qualquer pra que tarde da noite, no meio da madrugada, eu saia da cidade quieto e só e vá penetrar a vertigem a seco, e vá perder o equilíbrio sobre o penhasco, além dos limites da cidade, tipo assim um farol desnorteado que chorasse de dor ao perceber que tenta clarear um caminho que não tem o poder de enxergar com a alma.

Vigilante e mais além.

Imóvel e mais além.

Quieto e mais além.

Só e mais além.

Nada. E mais além.

Acantilado

La ciudad me paga. Me da algo de dinero para que tarde en la noche, en la madrugada de algún día de la semana, salga de la ciudad y me quede en silencio y solo contra la quietud y soledad de la noche estrellada o no.
La ciudad me paga. Me da algo de dinero para que vaya a sentarme en el acantilado, un poco más allá, junto al mar. Para que exactamente me quede un poco más allá de los límites de la ciudad (que ya no descansa tan cerca del mar...). Allí. Vigilante. Y en cierto sentido, ajeno.
Y en la oscuridad surge el vibrante murmullo. Las bajas frecuencias. El viento frío es dulce y obedece a la vida nocturna: ¿qué tipo de respuesta están esperando que encuentre de inmediato? ¿Acaso soy solo un adorno?
La ciudad me paga. Me da algo de dinero, y todo queda a mi cargo, todo sordo, todo apegado: la brisa marina - ahora melancólica - vuelve a cantar. Me habla de flores (ya que las estrellas están agotadas). La media luna no aparece. Medianoche y media. Y nada.
Rastros de nada, nada de certeza clara. Feliz o desafortunadamente, preguntas y más preguntas. Estos abanicos de preguntas no tienen fin, son simples y sin solución. Matemáticas que no dependen de mí.
Y regreso a la ciudad con abanicos de preguntas interminables. Sin oportunidad. Quieren respuestas, propuestas, hechos, cualquier cosa visible a simple vista. Un simple estribillo lo resolvería, lo haría feliz. Pero por ahora solo tenemos preguntas.
Pregunta, respuesta, nada, nadie: eventualmente el denso vacío sugiere la sensación de la presencia o ausencia de un dios. Y estuvo allí, justo ahora, a gritos. Y no dejó rastro un segundo después (haya estado allí un segundo antes o no).
Y por un breve momento los ruidos en el precipicio eran susurros de amantes. Me lancé de vuelta a la ciudad, feliz. Docenas de canciones de amor en la mano. Canciones donde todos son felices para siempre. Por casi un día o dos.
No.
En la siguiente noche ya enfrentaba la figura del acantilado en el frío marino y la palabra especular volvía a tener el sentido justo de una noche alguien saliendo del centro de la ciudad, cruzando las murallas, yendo directo y lento hacia el centro de la noche y en los bordes del acantilado convirtiéndose en microbio, respirando profundo y, sin pestañear, saltando conectado, con los ojos bien abiertos, hacia nuevas cosas inexistentes. Escarbar con las uñas un momento de piedra antes de alcanzar la velocidad del infinito. Ir de frente con rocas inciertas, antiguos acantilados, el sabor salado - frío - de esas mismas preguntas de siempre. Posibles o imposibles de hacer. Posibles o imposibles de percibir cuáles son. Posibles o imposibles de entender a dónde quieren llegar.
Y encajar en la no presencia abandonada allí, recordando, más que ocultando, lo que y quien llegó por las playas. Lágrimas de nostalgia. Lágrimas de remordimiento. Su cabeza eternamente baja. Y una mirada que, mientras tanto, medía posibilidades...
La ciudad me paga. Me da algo de dinero para que tarde en la noche, en medio de la madrugada, salga de la ciudad en silencio y solo y penetre en la vértigo en seco, y pierda el equilibrio sobre el acantilado, más allá de los límites de la ciudad, como un faro desorientado que llora de dolor al darse cuenta de que intenta iluminar un camino que no puede ver con el alma.
Vigilante y más allá.
Inmóvil y más allá.
Silencioso y más allá.
Solo y más allá.
Nada. Y más allá.


Comentarios

Envía preguntas, explicaciones y curiosidades sobre la letra

0 / 500

Forma parte  de esta comunidad 

Haz preguntas sobre idiomas, interactúa con más fans de Mauricio Pereira y explora más allá de las letras.

Conoce a Letras Academy

¿Enviar a la central de preguntas?

Tus preguntas podrán ser contestadas por profesores y alumnos de la plataforma.

Comprende mejor con esta clase:

0 / 500

Opciones de selección