Sweat

Sudor

Oh hombre, mi cabeza me está matando. Dame un cigarrillo.
Sí, alguien abra la ventana, hace calor aquí.
¿Dónde estoy de todos modos?
¿Cómo llegué aquí?
Y ¿cómo? ¿Cómo salgo?

Estaba parado en la esquina cuando te arrastraron a la habitación.
Tus ojos estaban rojos y vidriosos, tu rostro lleno de desgracia.
Te sentaron en el medio, y juraste que no suplicarías.
Luego te arrastraste hacia la ventana, con un par de piernas rotas.
Dijiste 'Sé que estoy loco, escucho voces en mi cabeza.
Si termino en esa fila de goma, más vale que esté muerto'.
Miraste hacia tu ombligo, comenzaste a tararear una melodía
Chupando como un millonario, en tu cuchara de plata. Empezaste a sudar.
Balas desde tu alma.
Sudor.
Perdiste todo control propio.
Sudor.
Como una prostituta de veinte dólares.
Sudor.
Señor, eso fue cuando ella entró por la puerta.

Dijo que se llamaba Sadie, que era tu muñeca.
Esa mirada de aprensión que llevabas no lo decía todo.
Miraste hacia tus bolsillos. Ella dijo que sus piernas estaban adoloridas. Desabrochó los botones de tus jeans y los dejó caer al suelo.

Dijo 'Recuéstate y disfruta. Sabes que es solo un beneficio.
Una felación es mejor que no tener trabajo, un hombre solo tiene que trabajar'.
Una mirada de catatonía se apoderó de tus ojos.
Cuando tomó tu cabeza entre sus manos, realmente te excitaste.
Te hizo sudar.
Ah, déjame hablarte de ella hombre...
Seis pies cinco y a prueba de balas, trescientas libras de carne.
Más malo que un perro malo muriendo en la calle.
Sadie miró de mí a él, luego de él a ti,
Luego se desmayó fría al pensar en las cosas que él podría hacer.
Sacó una pistola de sus pantalones, se disculpó y suspiró.
Le disparó dieciséis veces, una vez más y dijo adiós.
Nos dejó sentados solos, todo lo que podíamos hacer era llorar,
Y el sudor que se mezclaba con nuestras lágrimas fue una dulce despedida.
Te hizo sudar.