Disgrace

Vergüenza

Amanecer solemne de una ceremonia. Desmayo de un cielo oscurecido pero resplandeciente. Mirando hacia abajo las sombras de aquellos que dejé atrás. Escuchando el hueco silencio que lo invade todo. Tan convencido de lo que vendrá en este día. Esperaba la salida del sol. Besé a todos los que me importaban, pagué todo lo que debía a cualquiera, cerré todas las puertas cuidadosamente, cerré lo inconcluso. Quería recopilar todos estos momentos de alegría y ahora los tengo a todos a mi alrededor. Estoy listo, ha llegado el momento. Las cosas inconclusas ya no se interponen en mi resolución, mi composición final. He dejado de intentar vivir. Caminé por el camino que planeé hacia este puente más alto hacia la eternidad. Me viste pasar y nunca dijiste una palabra. Subí a la cima y me paré justo en el borde. El sol salía, el aire era delgado y se podía escuchar el agua deslizarse. La mente tan clara para este eterno momento de claridad. El sentimiento tan puro y libre de moral mientras extendía mis brazos. Y luego sentí esto. Escalofríos fríos recorriendo mi piel. Me di la vuelta aferrándome convulsivamente al suelo, tan asustado, tan aterrado que no emití ni un sonido. Y me quedé allí arrodillado, desesperado y enfrentando la tierra, calmado este tembloroso cuerpo y huesos de este mísero ser. Nunca pensé que podría haber algo más patético que esto. ¿Por qué no podemos vivir ni morir, por qué somos tan débiles? Retrocediendo, con la cabeza gacha. La mayor vergüenza, y una vida por enfrentar. Estoy seguro de que estabas allí, ¿por qué no me empujaste hacia abajo?