La última curda

La última curda: Un tango de desolación y olvido

La canción 'La última curda' de Cátulo Castillo es una obra maestra del tango que explora temas de desolación, olvido y el refugio en el alcohol. Desde el inicio, el bandoneón, un instrumento emblemático del tango, se personifica y se convierte en un confidente del narrador. La 'ronca maldición maleva' del bandoneón simboliza el dolor y la desesperanza que siente el protagonista, quien se sumerge en el licor para escapar de una realidad que percibe como una 'herida absurda'. La vida, según el narrador, es efímera y dolorosa, y el alcohol se presenta como una forma de anestesiar ese sufrimiento.

El narrador se dirige al bandoneón como si fuera un amigo íntimo, compartiendo con él sus penas y fracasos. La mención de un 'amor ausente' sugiere una pérdida amorosa que ha dejado una profunda herida en su corazón. Este amor perdido es una fuente constante de dolor, y el narrador busca en el alcohol una manera de olvidar y mitigar ese sufrimiento. La 'curda', que en el lunfardo porteño significa borrachera, se convierte en una metáfora de la búsqueda de alivio y olvido. El narrador sabe que su comportamiento autodestructivo lastima tanto a él como al bandoneón, pero no puede evitarlo.

El final de la canción es especialmente evocador, con imágenes de un 'ventanal' que quema con la luz del sol y un 'país de olvido' que siempre es gris. Estas imágenes refuerzan la sensación de desesperanza y la idea de que el narrador está atrapado en un ciclo de dolor y olvido. El alcohol, aunque proporciona un alivio temporal, no puede borrar completamente el sufrimiento. La canción es un testimonio poderoso de la lucha humana contra el dolor y la búsqueda de consuelo en medio de la desolación.