Ötödik Nap

El Quinto Día

La vida surgió de sus canciones,
En sus corazones ardía la ira,
Resonaban horrores en sus palabras,
Y levantaron muros de sus cuerpos.
Observaron la muerte de los niños,
Y solo lloraron impotentes.
La muerte abrazó a su amada,
Y su pueblo quedó sin enterrar.

'El señor enojado pide un esmeralda,
Todos me miran ahora,
Mi familia se sumerge en el luto.
Una noche, y todo estará hecho...
Contemplo el silencio, siento
Mi alma volar libre lejos,
Me uno con los orgullosos ancestros de mi pueblo
Y la tierra se cura de mi sangre.'

Cuando los dioses llegaron
No existía aún la palabra,
Solo la fe que deseaba la muerte:
Devoradora de corazones.
Dos fuerzas luchaban eternamente
Aquí y más allá:
Una enseñaba y construía,
La otra sacrificaba salvajemente.

'¿Cómo puedes existir, serpiente emplumada,
Si no te alimentas de sangre?'

'La sabiduría y la paz
Valen más que la sangre.'

'Soy el espejo humeante,
Yo estuve aquí primero,
Y tu conocimiento ya no vale nada
Si sangras delante de mí.'

'Enseña, madura, busca lo nuevo
Pacífico y sin sangre,
Porque el mundo llega al quinto día,
Y nuestro tiempo no es infinito.'

'Por eso es necesario matar,
Por eso devoro corazones humanos,
Hay que mantener con vida
El quinto día.
Con partes de cuerpos arrancadas,
Me adorno con excremento,
Con intestinos, vísceras
Enredo mi cabello en llamas.
Vestido con piel humana desollada
Alimento el día,
Porque así podemos preservar
Lo que el Creador nos dejó.'

'Me marcho, pero recuerden:
¡Volveré!
Vengo de más allá del mar oriental,
¡Y el cielo estará conmigo!
Dejen de matar,
Y creen un futuro,
He mostrado el camino,
¡Ahora reúnan fuerzas!'

Entre las lejanas montañas azules,
En lo alto, sobre el mar
La gente continuó viviendo,
Que devoraba corazones sacrificiales.
Su conocimiento se perdió lentamente,
Y se sumergió en la niebla del pasado,
Solo quedaron las sombras de sus templos sangrientos,
El resto fue a parar a la tumba.
La vida surgió...