Imitator

Imitador

Recibí un correo electrónico. Alguien quiere hablar. Tal vez sea una mujer. Revisando el asunto, empecé a sentir escalofríos. Tres letras saltan y bombean nerviosismo burbujeando en. A W M. Decía 'Ey, imitador, ¿cómo puedes negar mi dolor. Mis palabras rojas y pálidas'. Una mesa sucia de contenidos. Frágil, perturbado bajo presión. Fallé porque supongo que no había escuchado acerca del blanco enojado...
Esa noche tuve un sueño, corría por caminos subterráneos en el bosque. Tierra suave se curva. Sendero polvoriento se curva verticalmente. Corriendo, impulso como una montaña rusa antes de voltearse, me deslicé en un agujero y quedé medio atascado, piernas colgando, ojos fijos en el suelo del bosque. Es poesía esbozada con ramas y palos (suficiente para mostrar el rostro de alguien), 'EY IMITADOR'. Supongo que lo había escrito más como prueba física. Pies escamosos superpuestos (como yeso), teselando. M.C. Escher desvaneciéndose en miembros de durazno, trozos de piel, juntos como yeso. Desvanecerse en carteles: DMX, COUP y OUTKAST, pegados en la bandera estadounidense. Ese fue el último verso y la sangrienta carne blanca era el coro.
El bosque se convirtió en un salón de clases. ¡FLASH! La escena temblaba. La sangrienta masa blanca de carne se reensamblaba en sus pupitres. Veo símbolos y signos expresados línea por línea en el proyector. Cuellos reclinados. (Antes de Columbine). Mi mente obsesionada con el color los había etiquetado a todos como simplones, mucho más aburridos y menos grotescos, pero ahora granos y cabello con lápiz labial se fusionaban con dientes de conejo y caracteres crípticos inseguros escondidos profundamente bajo una cáscara frágil que está lejos de ser encantadora. Senos pálidos cicatrizados, feos, desenterrados pre-cadáver. Tan oscuro como era su destino, la poesía defendía a aquellos que una vez odié por su identidad. Sentado a mi izquierda, el artista seguía enviándome rostros severos. La parte más difícil es que acabo de perder a mi enemigo.
Los niños ricos semi-racistas no parecen tan malos cuando los conoces como un montón de carne sangrienta en un poema.