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Karl Löwe
José Carlos Santos Silva
Karl Löwe
Maximilian Freiherr von Oer
1806 - 1846
Die Glocken zu Speier
Zu Speier im letzten Häuselein,
da liegt ein Greis in Todespein,
sein Kleid ist schlecht, sein Lager hart,
viel Tränen rinnen in seinen Bart.
Es hilft ihm keiner in seiner Not;
es hilft ihm nur der bittre Tod.
Und als der Tod ans Herze kam,
da tönt's auf einmal wundersam.
Die Kaiserglocke, die lange verstummt,
von selber dumpf und langsam summt,
und alle Glocken groß und klein
mit vollem Klange fallen ein.
Da heißt's in Speier weit und breit:
Der Kaiser ist gestorben heut!
Der Kaiser starb, der Kaiser starb;
weiß keiner, wo der Kaiser starb?
Zu Speier, der alten Kaiserstadt,
da liegt auf goldner Lagerstatt,
mit mattem Aug' und matter Hand,
der Keiser, Heinrich V. genannt.
Die Diener laufen hin und her,
der Kaiser röchelt tief und schwer,
und als der Tod ans Herze kam,
da tönt's auf einmal wundersam.
Die kleine Glocke, die lange verstummt,
die Armesünderglocke summt,
und keine Glocke stimmt mit ein,
sie summt so fort und fort allein.
Da heißt's in Speier weit und breit:
Wer wird denn wohl gerichtet heut?
Weg mag der arme Sünder sein?
Sagt an, wo ist der Rabenstein?
Karl Löwe
Maximilian Freiherr von Oer
1806 - 1846
Las campanas de Speyer
En Speyer, en la última casita,
un anciano yace en agonía,
su ropa es pobre, su lecho duro,
muchas lágrimas corren por su barba.
Nadie le ayuda en su aflicción;
solo le ayuda la amarga muerte.
Y cuando la muerte llegó a su corazón,
repentinamente sonó de manera maravillosa.
La campana del emperador, que mucho tiempo estuvo en silencio,
comienza a sonar sorda y lentamente por sí sola,
y todas las campanas grandes y pequeñas
se unen con un sonido completo.
Entonces se escucha en Speyer por todas partes:
¡El emperador ha muerto hoy!
El emperador murió, el emperador murió;
¿nadie sabe dónde murió el emperador?
En Speyer, la antigua ciudad imperial,
en una cama dorada yace,
con ojos cansados y manos débiles,
el emperador, llamado Enrique V.
Los sirvientes corren de un lado a otro,
el emperador jadea profundamente y con dificultad,
y cuando la muerte llegó a su corazón,
repentinamente sonó de manera maravillosa.
La pequeña campana, que mucho tiempo estuvo en silencio,
la campana de los pecadores pobres murmura,
y ninguna otra campana se une a ella,
murmura sola continuamente.
Entonces se escucha en Speyer por todas partes:
¿Quién será juzgado hoy?
¿El pobre pecador será perdonado?
¡Decid, dónde está la Piedra del Cuervo?



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