Trece Lunas Y Un Laberinto

El Misticismo de 'Trece Lunas Y Un Laberinto' de Lisandro Aristimuño

La canción 'Trece Lunas Y Un Laberinto' de Lisandro Aristimuño es una obra cargada de simbolismo y misticismo. Desde el inicio, la letra nos envuelve en una atmósfera onírica con imágenes como 'susurra al oído, dobla la pared' y 'pinta de violeta lo que no se ve'. Estas frases sugieren una realidad alterada, donde lo invisible se vuelve visible y lo inaudible se convierte en un susurro cercano. La mención de 'trece lunas' puede referirse a un ciclo lunar completo, un símbolo de plenitud y renovación, mientras que el 'laberinto' representa la complejidad y los desafíos de la vida y la mente humana.

El estribillo, 'Ah, vi crecer un fuego que se abre solo. Ah, vi crecer un fuego que se abre al Sol', introduce la imagen del fuego, un elemento que tradicionalmente simboliza la transformación y la purificación. Este fuego que se abre al Sol puede interpretarse como una búsqueda de iluminación y verdad, un deseo de alcanzar un estado superior de conciencia. La repetición de esta imagen refuerza la idea de un proceso continuo de crecimiento y descubrimiento personal.

En la segunda estrofa, la letra se vuelve más terrenal y conectada con la naturaleza: 'Contando las piedras llega, habla con las flores cerca, besa las palabras sueltas y mira el horizonte y juega'. Aquí, Aristimuño nos invita a una comunión con el entorno natural, a encontrar belleza y significado en los pequeños detalles de la vida. La canción concluye con una promesa de presencia y amor: 'Donde el cielo siga en pie y todo este frío calme, estaré, estaré besando tus días, estaré'. Esta declaración final sugiere un compromiso profundo y duradero, una promesa de estar presente y brindar calidez en tiempos de dificultad.

'Trece Lunas Y Un Laberinto' es una canción que nos lleva a un viaje introspectivo y espiritual, donde la naturaleza, el amor y la búsqueda de sentido se entrelazan en una danza poética y evocadora.