Mr. Shorty

Sr. Shorty

Nadie sabía de dónde venía. Sólo sabían que entró lentamente, caminó hasta el final del bar y pidió una botella de ginebra. Bueno, pude ver que no era un hombre grande. Podría decir que no era demasiado alto. Lo juzgué como un metro y medio y su voz era un suave tiro de Texas. Dijo que necesitaba algún salario antes de poder ir al oeste dijo que podía hacer casi todo tipo de trabajo dijo que podía montar con los mejores. Allí en sus ojos azules había tristeza que viene de la necesidad de un amigo y aquellos que intentó, todavía no podía ocultar la soledad allí, en el fondo. Dijo que trabajaría durante el invierno durante treinta al mes y en su junta empecé a decir dónde podría conseguir un trabajo cuando un tipo entró por la puerta. Y pude decir que estaba buscando problemas por la forma en que entró me dijo que dejara a Shorty allí solo. Bajar y esperar a un hombre. Los ojos del hombrecito se estrecharon La sonrisa desapareció de su rostro Se fue la amabilidad que había visto y una mirada salvaje de odio tomó su lugar. Pero el grande siguió burlándose de él y me dijo que sería mejor que fuera a buscarle un par de vasos de leche entonces tal vez Shorty crecería. Cuando el hombrecito habló, hubo silencio, se aseguró de que todo el mundo lo oyera lentamente se alejó del bar y aún recuerdo estas palabras. ¡Oh! Es evidente que estás buscando problemas. Es lo que trato de evitar si eso es lo que quieres, entonces eso es lo que conseguirás porque vaquero, los dos estamos empacando armas. Su mano ya estaba colocada Pies separados en el suelo que no me había dado cuenta pero allí en su cadera había un bajo de cañón corto cuarenta y cuatro. Estaba claro que estaba listo y esperando. Se inclinó un poco hacia adelante y dijo que cuando me llames Shorty, di Mister, mi amigo tal vez prefieras estar muerto. En la habitación había un terrible silencio mientras el grande salía por el suelo todos los bebedores paraban y el tic del reloj decía que la muerte esperaría diez segundos más. Maldijo una o dos veces en un susurro y dijo con un gruñido en sus labios Nadie es señor para mí, hombrecito! Y agarró el arma en sus caderas. Pero las manos del hombrecito eran como un rayo El Bajo Cuarenta y Cuatro era el mismo que el Cuarenta y Cuatro hablaba y enviaba plomo y humo y 17 pulgadas de llama. Porque el grande nunca había limpiado el cuero golpeado antes de que pudiera empezar un pequeño agujero redondo había aparecido en su camisa la bala se le atravesó el corazón. El hombrecito se quedó ahí un momento y luego enfunda el Bajo Cuarenta y Cuatro Siempre es así así así que nunca me quedo Lentamente salió por la puerta. Nadie sabía de dónde venía. No olvidarán que vino. No olvidarán cómo un arma de cuarenta y cuatro una noche marcó la diferencia de tamaño. En cuanto a mí, recordaré la tristeza mostrada en los ojos del hombre si nos encontramos algún día, puede apostar que diría que soy yo, Sr. Shorty, su amigo