Otavaleña Warmi

La Belleza y Nostalgia de la Otavaleña: Un Canto a la Tierra y al Amor

La canción "Otavaleña Warmi" de Alborada es una oda a la mujer de Otavalo, una región de Ecuador conocida por su rica cultura indígena y sus paisajes impresionantes. La letra está escrita en quechua, lo que ya de por sí añade una capa de autenticidad y conexión con las raíces ancestrales. La canción celebra la belleza y la fortaleza de la mujer otavaleña, comparándola con elementos naturales como el sol, la luna y el agua pura de Imbabura. Estos elementos no solo resaltan la belleza física, sino también la espiritual y emocional de la mujer, enraizada profundamente en la tierra y la cultura de su pueblo.

El uso de términos como "Pachamama" (Madre Tierra) y "Killamama" (Madre Luna) subraya la conexión espiritual y simbiótica entre la mujer y la naturaleza. La canción también menciona a la "sumaq ñusta warmycha" (hermosa princesa), lo que sugiere un respeto y una admiración profunda por la mujer, elevándola a un estatus casi divino. La referencia a Imbabura, una provincia y un volcán en Ecuador, añade un sentido de lugar y pertenencia, haciendo que la canción no solo sea un tributo a la mujer, sino también a la tierra que la nutre y la sostiene.

La repetición de frases como "sunquykita suwayma" (roba mi corazón) y "sunquykita suwaspay" (robando mi corazón) añade un tono de anhelo y nostalgia. Este sentimiento de pérdida o deseo no correspondido es un tema recurrente en muchas canciones de amor, pero aquí se entrelaza con la identidad cultural y la conexión con la tierra. La canción no solo habla de un amor romántico, sino también de un amor profundo y duradero por la cultura y las raíces. La música de Alborada, conocida por su fusión de sonidos andinos tradicionales con elementos contemporáneos, enriquece aún más esta experiencia, creando una atmósfera que es a la vez nostálgica y celebratoria.

"Otavaleña Warmi" es, en última instancia, una celebración de la mujer indígena, su belleza, su fortaleza y su conexión inquebrantable con la tierra y la cultura de Otavalo. Es un recordatorio de la importancia de mantener vivas nuestras raíces y de honrar a quienes nos precedieron, todo ello envuelto en una melodía que resuena con el alma de los Andes.