Son Las Nueve

El Arte de Vivir y Crear: Un Viaje a Través de 'Son Las Nueve' de Andrés Calamaro

La canción 'Son Las Nueve' de Andrés Calamaro es una introspección profunda en la vida del artista, donde se entrelazan el tiempo, el dolor y la creación musical. Desde el inicio, Calamaro nos sitúa en un estado de confusión temporal, donde las horas parecen desvanecerse en medio de una vorágine de actividades y emociones. La frase 'Son las nueve, yo creí que eran las tres' refleja una vida desordenada, posiblemente marcada por el insomnio y la dedicación obsesiva a su arte. Este desorden no es solo físico, sino también emocional, como se evidencia en la lucha por 'dejar de temblar' y el reconocimiento de que 'habrá que pagar la cuenta del incendio', una metáfora que sugiere las consecuencias de una vida intensa y descontrolada.

Calamaro también reflexiona sobre el valor de su trabajo y el impacto de sus canciones. Las 'maratones sin parar de escupir canciones' son descritas como una 'buena pesca', sugiriendo que, a pesar del dolor y el esfuerzo, la creación artística tiene su recompensa. La canción se convierte en un arma de doble filo, 'cargada de polvo', que puede ser peligrosa pero también valiosa en manos de un 'artesano de canciones'. Esta dualidad entre el veneno y la cura es una constante en la vida del artista, quien encuentra en la música una forma de canalizar su dolor y, al mismo tiempo, ofrecer algo significativo a los demás.

Finalmente, Calamaro aborda la naturaleza efímera y a la vez eterna de las canciones. Aunque son 'canciones no más', estas piezas musicales tienen el poder de confesar, de expresar amor perdido y de conectar con el público de una manera profunda. La recompensa no es el dinero, que ya posee, sino la capacidad de hacer que otros derramen una lágrima o canten. Este reconocimiento emocional es el verdadero premio para el artista, quien, a pesar de la tristeza que lo acompaña, encuentra en la música una forma de redención y conexión humana.