É Doce Morrer No Mar (part. Cesária Évora)

La Dulzura y la Tragedia en el Mar: Un Análisis de 'É Doce Morrer No Mar'

La canción 'É Doce Morrer No Mar', interpretada por Marisa Monte junto a Cesária Évora, es una pieza profundamente emotiva que explora la relación entre el ser humano y el mar, un tema recurrente en la música y la poesía brasileña. La letra, repetitiva y melódica, evoca una sensación de resignación y aceptación ante la muerte, vista aquí como un dulce final en las ondas verdes del mar. Esta visión poética de la muerte contrasta con la tristeza y la pérdida que también se sienten a lo largo de la canción.

El mar, en esta canción, no es solo un escenario natural, sino un personaje en sí mismo. Representa tanto la belleza como el peligro, la vida y la muerte. La mención de Iemanjá, la diosa del mar en la religión afrobrasileña, añade una capa de espiritualidad y misticismo. Iemanjá es conocida por ser la protectora de los pescadores y marineros, y su presencia en la canción sugiere una conexión profunda entre el marinero y el mar, casi como un destino inevitable. La imagen del marinero que no regresa y que encuentra su 'cama de noivo' (cama de novio) en el regazo de Iemanjá es poderosa y trágica, simbolizando una unión final y eterna con el mar.

La colaboración entre Marisa Monte y Cesária Évora añade una dimensión adicional a la canción. Monte, conocida por su versatilidad y su capacidad para fusionar diferentes géneros musicales, y Évora, la 'Diva de los Pies Descalzos' de Cabo Verde, aportan una riqueza cultural y emocional que resuena profundamente. La voz melancólica de Évora complementa perfectamente la interpretación de Monte, creando una atmósfera de nostalgia y belleza melancólica. La repetición de la frase 'É doce morrer no mar' refuerza la idea de que, a pesar de la tristeza y la pérdida, hay una dulzura y una paz en la aceptación del destino.